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“Creo que la transferencia en la universidad está aún lejos de tocar techo”

10/04/2019

Este 25 de abril, Euskoiker cumple 40 años promocionando la transferencia de conocimiento entre la universidad y la sociedad. Hace muy pocos meses, la Fundación ha tenido un cambio de director-gerente: Javier Muniozguren Colindres, que ejercía el cargo hasta la fecha, ha dejado paso a Alfonso Hernández Frías. En este artículo, conmemoramos esos 40 años de Euskoiker y entrevistamos al nuevo director-gerente de la Fundación:

Alfonso Hernández, director-gerente de la Fundación Euskoiker

Hola Alfonso, cuéntanos un poco quién eres y de donde vienes…

Soy catedrático de universidad en el Departamento de Ingeniería Mecánica de la UPV/EHU. Llevo en la Escuela de Ingeniería de Bilbao desde septiembre de 1986, casi 33 años, y desde el principio he estado muy involucrado en la investigación y la transferencia del conocimiento. A lo largo de los años, he tenido varias líneas de investigación, y he trabajado en proyectos de investigación competitivos, del ministerio u otras instituciones, y en proyectos de transferencia con empresas, aunque no me gusta la distinción.

¿A qué te refieres?

A la terminología. No me gusta la distinción entre competitivos y no competitivos; como si los proyectos de transferencia con empresas no fueran competitivos… Lo cierto es que hay pocos entornos más competitivos que el propio mercado. Cuando una empresa te contrata para llevar adelante un proyecto, casi siempre ha valorado otras alternativas. ¿Qué mejor indicador de calidad de un proyecto que el dinero que pone una empresa de su bolsillo para financiarlo? 

¿Qué tipo de proyectos de transferencia habéis realizado en estos años?

A lo largo del tiempo, hemos realizado proyectos de muy diversa índole, pero todos en el ámbito de la Ingeniería Mecánica. En los inicios, diseñamos y calculamos un capó de material compuesto para Matriplast S. Coop (actualmente FPK), analizamos y rediseñamos la geometría de una gama de llaves para el consorcio de Fabricantes Vascos de Herramientas; tuvimos un proyecto muy interesante para RENAULT (directamente con Francia) para reducir las vibraciones que se producían en el chasis de uno de sus modelos al realizar operaciones de frenado; también trabajamos en la simulación del conformado de chapa con MATRICI, BATZ, ABGAM y TECNALIA (antes Robotiker), etc. Algunos de los proyectos más recientes en los que hemos trabajado han sido, por ejemplo, el diseño de un robot para la inspección mediante ultrasonidos de los eslabones de las cadenas que fabrica VICINAY o un proyecto relacionado con aeronaves para SENER. 

¿Cómo han impactado estos proyectos de transferencia en otras actividades, como la docencia?

Distinguiría varias etapas a lo largo de mi carrera. Ha habido períodos en que los temas docentes han estado relacionados con nuestros desarrollos para empresas (o para investigación), y periodos en los que no. Los momentos más productivos han sido precisamente cuando ambas actividades estaban alineadas. Al final, cuando tienes trabajos con empresa relacionados con lo que estas enseñando, puedes ofrecer a tus alumnos no solo formación teórica, sino también datos y realidades prácticas de diseño.

¿Cuál ha sido tu relación con Euskoiker antes de convertirte en su director-gerente?

Usuario de la Fundación. Comencé a involucrarme en proyectos de transferencia muy pronto, prácticamente según entré en la universidad, casi en los inicios de Euskoiker. Hay que recordar que la Fundación nació hace 40 años, en un momento en el que aún no existían las oficinas de transferencia e innovación (OTRI) en las universidades.

Director-Gerente de la Fundación Euskoiker

¿Cómo fue el nacimiento de la Fundación Euskoiker?

En aquel momento, existía un interés por parte de las empresas de nuestro entorno en colaborar con los profesores de la universidad para avanzar en sus desarrollos industriales. Básicamente eran temas de ingeniería y el contacto principal era con profesores de la antigua Escuela de Ingenieros Industriales de Bilbao. Varias fundaciones nacieron en aquella época por todo el estado para poder establecer una relación ajustada a derecho entre la universidad y la empresa. Posteriormente, nacieron las OTRIs en las universidades, y hoy en día, conviven las dos opciones para tramitar los contratos de transferencia.

¿Dos no son multitud?

Personalmente creo que hay suficiente número de iniciativas para justificar las dos vías, y creo que incluso se podría aumentar el número de iniciativas fomentando la cultura de la transferencia entre los profesores de la UPV/EHU. Hay un cierto porcentaje de profesores e investigadores de la UPV/EHU que desconoce incluso que los proyectos de transferencia con empresas o instituciones son posibles.

¿Como ves el futuro de la Fundación Euskoiker y de la transferencia en general?

Creo que la transferencia en la universidad está aún lejos de tocar techo. El porcentaje de profesores e investigadores que participan en este tipo de contratos está lejos del óptimo. Además, casi siempre lo estamos focalizando en el ámbito industrial, cuando existen otros muchos campos en los que los investigadores de la UPV/EHU podrían aportar valor a empresas, asociaciones o instituciones. Por ejemplo, en el ámbito del arte, todos aquellos trabajos relacionados con la restauración, con el comisariado o la asesoría a museos. Y se pueden encontrar ejemplos en otros ámbitos, como los medios de comunicación, o las ciencias de la salud, con proyectos relacionados con la medicina o la farmacéutica.

Por otro lado, la transferencia también puede estar relacionada con la formación a medida, ajustada a las necesidades de empresas, instituciones o incluso particulares. Y esto abarca prácticamente todos los campos de la ciencia. En cualquier caso, veo potencial para el crecimiento. La universidad tiene aún mucho que ofrecer a la sociedad.

¿Crees que los cambios que se han producido recientemente en relación con el sexenio de transferencia pueden contribuir a ese aumento de la transferencia?

El sexenio de trasferencia ya existía previamente, pero su petición era excluyente con los sexenios de investigación. Podías optar por que te evaluaran seis años en función de tus artículos o en función de la transferencia realizada. La cuestión es que los criterios para obtener el sexenio de investigación (básicamente en función de artículos científicos) están claramente definidos y se han evaluado durante un periodo suficientemente amplio, de manera el solicitante puede prever con fiabilidad el resultado de la evaluación. Sin embargo, los criterios y la evaluación de la transferencia no están tan “rodados”, lo que hace que el resultado de la evaluación sea bastante menos predecible. Por eso, la mayoría de los investigadores se decantaban por solicitar el sexenio de investigación, en detrimento del sexenio de transferencia.

¿Y cuál es el cambio que se ha producido?

El cambio de este año es que los dos tipos de sexenios ya no son excluyentes sino complementarios. Se trata de un proyecto piloto donde se abre la puerta a que los investigadores puedan solicitar de manera independiente bloques de seis años de investigación o de transferencia. Es decir, se pueden pedir los dos sexenios simultáneamente, aunque el tipo de méritos a presentar a uno y otro deben ser diferentes. Por supuesto, los méritos relacionados con el sexenio de transferencia están relacionados con la transferencia e innovación, tal y como se explicita en la correspondiente orden del boletín oficial del estado.

Y este cambio, ¿es positivo?

Cuando los sexenios nacieron en España, su objetivo era subsanar un déficit que se había detectado en investigación en comparación con otros países europeos. Ese objetivo más o menos se ha cumplido. Ahora el déficit que se observa en nuestro sistema universitario tiene que ver con la transferencia, y este cambio se tiene que entender como una iniciativa del Ministerio para “potenciar” la capacidad de transferencia que ya está presente en la universidad. 

Así que sí, espero que este cambio redunde en un mayor interés por parte del PDI de nuestra universidad en las actividades de transferencia. Por supuesto, aún está por ver cómo evalúan los méritos en este proyecto piloto. El resultado de esta convocatoria puede condicionar el interés que este sexenio genere en el futuro, aunque en mi opinión esta es una acción muy positiva para el profesorado universitario.

Alfonso Hernández Frías

¿Qué otros instrumentos pueden ayudar a activar la transferencia?

Pues, por ejemplo, las aulas tecnológicas. Concretamente, yo soy responsable del Aula Tecnalia en la Escuela de Ingeniería de Bilbao, aunque también hay otras aulas Tecnalia en la Facultad de Económicas y Empresariales en Sarriko y en la Facultad de Ciencia y Tecnología en Leioa. Otras aulas tecnológicas son el Aula Velatia-Ormazabal, Aula Nortegas y el Aula ZIV, todas ellas en la Escuela de Ingeniería de Bilbao. Otras aulas, aunque más bien para formación y cooperación educativa son el Aula Aeronáutica, Aula Máquina Herramienta, y el Aula Espacio.

¿Cómo funcionan estas aulas?

La idea detrás de las aulas tecnológicas consiste en que el centro ofrece un espacio físico dónde se establece una colaboración entre el personal de la empresa o centro tecnológico, y de la universidad. La empresa trae sus líneas de investigación y sus retos tecnológicos, así como su experiencia en el campo de conocimiento. La universidad abre la participación en ese espacio a investigadores pre y post doctorales, profesores interesados en esas líneas de investigación, alumnos dispuestos a llevar a cabo tesis doctorales, trabajos de fin de grado o máster relacionados… Se trata de un espacio que permite establecer una relación personalizada entre los profesores de un centro y los trabajadores de una empresa o centro tecnológico; y dentro de ese marco, es frecuente que surjan proyectos de transferencia. 

¿Están limitadas estas aulas al ámbito de la ciencia, la ingeniería y la tecnología?

En mi opinión, no. Es cierto que dónde han surgido con más fuerza ha sido en esos campos de conocimiento, pero yo creo que tienen sentido en otros muchos ámbitos como mecanismo para alinear los intereses de investigación de la universidad y del entorno social y productivo. Otras facultades o centros podrían plantear proyectos análogos que tuvieran en cuenta las características de su propio ámbito de conocimiento. Quizá, incluso, trabajando con agentes sociales distintos de las empresas o centros tecnológicos, como pudieran ser diputaciones, ayuntamientos, fundaciones o el mismo Gobierno Vasco. 

Desde el Gobierno Vasco nos llega la estrategia de especialización inteligente (RIS3) que nos marca una serie de líneas de investigación prioritarias, desde las aulas tecnológicas nos llegan los intereses de las empresas… ¿no está muy dirigida la investigación hoy en día?

Venimos de una situación en la que los profesores pensaban que eran espíritus científicos libres que podían trabajar en lo que quisieran. Con el tiempo, las instituciones han ido marcando ciertas direcciones de investigación que eran útiles para nuestro entorno. Y con el tiempo, los científicos hemos ido aprendiendo que no somos tan libres y que nos debemos a nuestro entorno industrial, económico y social.

Es decir, que hemos ido adquiriendo conciencia de que si los que pagan nuestros sueldos son nuestras instituciones y los ciudadanos, debemos orientar nuestras capacidades hacia los retos de nuestro entorno inmediato.

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